El que
intenta, a veces falla. El que abandona, falla siempre. El que lo sigue
intentando, tiene la posibilidad de conseguirlo. El que abandona
constantemente, perece. La única diferencia es que el que falla es porque lo ha
intentado, mientras que el que perece nunca lo intentó por miedo a perder, pero
no puedes perder nada si no tienes nada. Arriesgarte es tener algo a lo que
agarrarte. Y es que si se quiere algo de corazón no hay que dejar de luchar ni
de intentarlo porque si no tus esperanzas morirán poco a poco con el abandono.
Y sobretodo, no lo sueltes nunca, mantenlo a salvo y agárralo.